Preocupa el financiamiento educativo por cambios en el INDEC

Mayo 18, 2015 Noticias
La cuestión es abstracta, pero se puede explicar con una metáfora de la vida cotidiana. Supongamos que a un alumno le preguntan en un examen cuántos planetas tiene el sistema solar, justo antes de que se anunciara la exclusión de Plutón. Contesta nueve (hasta ese momento, la respuesta correcta), pero lo evalúan después. Algo similar está pasando, en estos días, con las metas de inversión en educación en nuestro país, aunque las consecuencias son bastante más graves. La Ley de Financiamiento Educativo, de 2006 –votada por legisladores de todos los partidos–, había establecido una serie de metas a cumplir desde ese año en adelante. Las metas estaban expresadas como un porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI). La Argentina venía cumpliendo, y hasta superando esos indicadores. Y el cumplimiento era tomado, incluso, como un “caballito de batalla” por parte de la propaganda oficial. Pero el 9 de mayo, el mismo Gobierno cambió la forma en que el INDEC mide el PBI de 2004 en adelante. Para muchos, con la intención de “sincerar” la real situación de la economía y parte de la inflación (ver Un cambio...). Esto hizo que el PBI nominal se elevara todos los años, en hasta un 30 por ciento. Como el gasto en educación no se modificó (obviamente, sigue siendo el mismo), de buenas a primeras el Estado quedó en situación de no estar cumpliendo con las metas establecidas por la Ley de Financiamiento Educativo. Y entonces se desató la polémica. Mientras que algunos especialistas aseguran que el país ahora tiene una deuda con la educación (y la cuantifican), otros afirman que no hubo incumplimiento, porque el Estado actuó de acuerdo a la información con la que contaba. Mariano Narodowski, de la Universidad Di Tella, y Mauro Moschetti, de San Andrés, fueron unos de los primeros en denunciar la situación. Clarín lo anticipó el domingo. Ellos aseguran que la deuda global que el Gobierno tiene con el sistema educativo, del 2006 en adelante, asciende a 124.010 millones de pesos, a valores de hoy. Con apenas el 17,5% de ese monto, dicen, se podrían haber construido más de 6.600 escuelas, que hubieran permitido avanzar en el cumplimiento de las principales metas de la Ley de Financiamiento: la universalización del jardín de infantes y de la escuela secundaria, así como la cobertura de la jornada extendida en el 30% de alumnos de escuelas primarias. El ex ministro de Educación Juan Llach centró sus cálculos en el año 2010, el último previsto por la Ley de Financiamiento (aunque la Ley de Educación Nacional extiende la meta del 6% a los años siguientes). De acuerdo a Llach, para llegar al 6% del nuevo PBI, sólo en 2010, habría que añadir unos 40.000 millones de pesos a valores actuales. Con eso se podría implementar la jornada extendida en aproximadamente dos tercios de las escuelas del país. La jornada extendida, especialmente para los chicos de sectores vulnerables, es uno de los déficits más importantes de la educación (ver Las deudas...). El especialista del CIPECC Axel Rivas encabezó por años un programa de monitoreo de la Ley de Financiamiento Educativo. Para él, no se puede decir que se incumplió la Ley. “Los legisladores sancionaron presupuestos educativos a partir de otra base del PBI. Si cambió la base, ellos nunca pudieron saberlo hasta ahora. El mayor incumplimiento es el de las estadísticas públicas a cargo del INDEC, cuyas modificaciones inconsistentes lesionan las políticas públicas y la posibilidad de monitoreo de la sociedad”, dice Rivas a Clarín. Por detrás de todo esto, se abre otro debate acerca de con qué criterios se deben establecer las metas de financiamiento educativo. Narodowski es muy crítico con la idea de que esté atado al PBI. “Deberíamos debatir qué entendemos por una educación de calidad. Esto nos llevaría a calcular cuánto nos cuesta tener docentes bien capacitados (con posgrados, por ejemplo). Todo esto perfila qué tipo de educación queremos. También deberíamos hacer un análisis de los resultados de la inversión, escuela por escuela. Esto es muy sencillo con los actuales sistemas informáticos.” Muchos especialistas consideran que la educación debería contar con recursos que no dependan de los ciclos de la economía, como hizo Brasil con Petrobrás. Llach impulsa un proyecto que asigne a la educación (y también a la salud) la totalidad de las rentas fiscales que se obtengan de los recursos naturales no renovables. El objetivo es que no se derrochen los cuantiosos recursos que pueden llegar a provenir de Vaca Muerta. Alieto Guadagni, director del CEA, afirma que atar el financiamiento al PBI podría generar inconvenientes si se produce una recesión, o varios años de caída del PBI. “De todos modos, el principal inconveniente no es la inversión sino los resultados. Aún con el nuevo PBI, estamos invirtiendo más que México, Colombia o Chile, y obtenemos peores resultados, tanto en examenes internacionales como en escolaridad secundaria”, dice. Para Rivas ahora se debe analizar “ que se siga cumpliendo el 6% de aquí en adelante –porque la ley sigue vigente–, y que continúe el crecimiento de la inversión como el que hubo entre 2005 y 2010, que permitió llegar al máximo nivel de gasto por alumno. Otra discusión es si se invirtió correctamente.” Fuente: suplemento educativo de Clarin

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