Indonesia: el brasileño ejecutado por narcotráfico no fue consciente de su situación hasta el final

Abril 30, 2015 Tucuman
SIDNEY (Australia).- El brasileño Rodrigo Muxfeldt Gularte, ejecutado en la madrugada del miércoles en Indonesia por narcotráfico, no fue consciente hasta el final, según relató un testigo a la cadena australiana ABC. El sacerdote Charlie Burrows afirmó que Gularte, diagnosticado con esquizofrenia y bipolaridad, no fue capaz de entender su situación hasta que los policías empezaron a ponerle las cadenas antes de llevarlo ante el pelotón de fusilamiento.

'Pensé que había entendido que iba a ser ejecutado, pero cuando empezaron a ponerle las cadenas, me dijo, 'oh, padre, ¿voy a ser ejecutado?', afirmó Burrows, encargado de acompañar al brasileño hasta el patíbulo. Pensé que había entendido que iba a ser ejecutado, pero cuando empezaron a ponerle las cadenas, me dijo, 'oh, padre, ¿voy a ser ejecutado? El religioso, de 72 años, señaló que pensaba que Gularte estaba listo e incluso le habló de que se encontrarían en el Cielo, a pesar de que en los últimos días el brasileño había escuchado voces imaginarias que le decían que no iba a ser ajusticiado. 'El creía en las voces más que en nadie más', sentenció el sacerdote. Gularte, de 42 años, fue detenido en 2004 con seis kilogramos de cocaína dentro de varias tablas de surf y sentenciado a la cadena capital al año siguiente.

Pensé que había entendido que iba a ser ejecutado, pero cuando empezaron a ponerle las cadenas, me dijo, 'oh, padre, ¿voy a ser ejecutado? Tras diez años en el corredor de la muerte, el brasileño fue ejecutado pasada la madrugada del martes en la prisión de la isla de Nusakambangan, en Java Central, junto a dos australianos, tres nigerianos, un ghanés y un indonesio, todos condenados por tráfico de drogas. La familia y el Gobierno brasileño habían intentado sin éxito parar la ejecución, ya que la legislación indonesia prohíbe que se aplique la pena de muerte a enfermos mentales.

Brasil mostró su 'profunda consternación' por la ejecución de Gularte que consideró como un 'hecho grave' en la relación bilateral, deteriorada desde la ejecución en enero de otro brasileño, Marco Archer Cardoso Moreira, también por narcotráfico. Brasil retiró entonces a su embajador en Yakarta y un mes más tarde la presidente brasileña, Dilma Rousseff, se negó a recibir al nuevo embajador indonesio cuando iba a presentar sus cartas credenciales, lo que llevó al país asiático a retirar también a su embajador.

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